Blonda Stál

Ayer, luego de una epifanía flash que me dejó boqueando, comprendí que ya es tiempo de poner en práctica mi propio consejo. Y sin chistar subí el principio de la novela Blonda Stál, que lleva AÑOS juntando telarañas, la pobre. Acá pueden leer lo que va de ella y lo que iré publicando a medida que la escriba.

¿Cuándo nació Blonda como idea?

Me cito desde mi blog antiguo, del 27 de diciembre de 2011:

Photoshopeo del personaje en estado adolescente. Representación del personaje al final de la novela.
Photoshopeo del personaje en estado “adolescente”. Representación del personaje al final de la novela.

Era abril de 2011, estaba en Londres visitando librerías en un estado de éxtasis onanista contumaz, cuando me asaltó una idea. No fue la idea misma de la novela, sino la impresión de que había algo entre esos libros que la gente lee en Inglaterra. Algo característico de la literatura anglosajona, que no había visto en las librerías de Chile.

Es una mezcla entre lo que la gente quiere leer, lo que los autores quieren escribir y el esfuerzo de las librerías por vender; la editorial es solo un intermediario. Fue una epifanía.

Me di el trabajo de analizar libremente ese fenómeno, revisando los títulos en las estanterías destacadas (analizando también las técnicas del retail literario). Mirando qué libros llevaba la gente en sus canastas. Y más tarde jugando con Amazon y otros portales que hacen asociaciones entre títulos en función de las preferencias de muchos visitantes y compradores. En resumen, hice una investigación de mercado.

Sí, lo hice. Busqué y encontré varios temas que se repetían entre las novelas de súper ventas. Hice una lista laaarga y tediosa, llena de anotaciones e inquietudes. Sentía que estaba jugando con fósforos mojados, que todo ese ejercicio ambicioso no serviría para nada.

Pero luego cerré los ojos y me dediqué a hacer ecuaciones semánticas, a armar grupos de ideas según su afinidad. Me volví loquito.

Y así nació el personaje, el mundo y la historia. Blonda Stál.

No me avergüenza decir que estaba buscando el vellocino de oro. Quería crear mi propia maquinita de hacer dinero, sabiendo que hacer tal cosa es un error garrafal. Pero de todas maneras, lo intenté. Y el resultado fue una criatura que tenía escrito con fuego en la frente la palabra “ambición”.

Ambición literaria, porque la ambición monetaria rápidamente regresó a su jaula. Se sintió bien liberar al duende codicioso por un rato, y me permitió asumir algunos enfoques pragmáticos que de otra manera no habría alcanzado.

En resumen, lo que comenzó como una apuesta comercial se convirtió en un proyecto artístico y ha seguido esa misma senda desde entonces. Ya llegará el momento de pensar en “ganancias”, siempre y cuando termine de escribir el mamotreto.

¿Y por qué no está terminado este proyecto?

Razones hay muchas, algunas son ciertas y otras las uso para justificarme ante el espejo. En resumen, me desenfoqué. Intenté abarcar más de lo que es humanamente posible, no calculé bien, hice promesas (que a nadie le importó que no cumpliera) y fallé.

También hice algunas cosas bien, o sea muy bien. Escribí el esqueleto de la historia de principio a fin, con estructura dramática y enfocada en los personajes. Me esmeré y funcionó. Todavía funciona, cada vez que regreso a leer ese esqueleto de diez páginas.

Lo malo es que dejé muy poco espacio para la creatividad inmediata, bloqueé la posibilidad de cambiar o mejorar cosas a medida que las escribía. Por eso lo de ambicioso. Y mucho tiempo después comprendí que mi proceso creativo necesita esos espacios.

Y llegó un punto en que no pude seguir escribiendo. Mi pobre Blonda no podía salir de su estancamiento. Hasta que en noviembre de 2013 di con la respuesta a mi “bloqueo”:

… Me apasiona la historia, pero algo en el proceso de escribirla no me apasiona tanto, al punto que no era capaz de escribirla. Así que recién en noviembre de este año volví al origen de Blonda, al papel, a la hoja; con una ficha muy extensa de 42 capítulos ultra densos. Y en la tarea de releer y reordenar esas ideas profundas, entendí el problema y su solución.

La historia puede ser tan ambiciosa como la ideé al principio. Pero al momento de escribir ese primer borrador debe ser más simple, básica, enfocada en el argumento principal solamente. Los mismos personajes, las mismas escenas. Pero la mitad o menos del esfuerzo mental para plasmar las imágenes en palabras; porque ya no existe la misma presión por lograr algo tremendo en el primer intento.

Y esta semana, ayer específicamente, di con la respuesta a un problema específico de la historia, que no sabía como justificar. En realidad sí sé como hacerlo. Pero la cantidad de ruido que me generaba ese aspecto específico de la historia era en sí mismo un tapón creativo.

Así que, como decía, ayer descubrí la solución, más simple, un simple cambio en el enfoque conceptual de la protagonista. Y oh-my-god ahora la historia tiene más sentido, se acabó el ruido. Puedo seguir escribiendo.

No me preocupa que el texto aparezca en Wattpad. De hecho, espero, alguna vez, obtener algo de feedback acerca de la historia. Releyendo los capítulos publicados hasta ahora, encontré muchos problemas que me gustaría corregir, pero que no voy a tocar hasta que la obra esté terminada; hasta encontré una falta de ortografía vergonzosa, esa sí la corregí.

Así que con humildad solicito que lean mi novela en progreso. Comenten en los capítulos si lo consideran necesario, y que me presionen para publicar más.

¡Blonda Stál vive!

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By Daniel E. Guajardo Sánchez

Santiago, 1977. Daniel Guajardo (aka) Dan Guajars escribe las historias y su otro yo, el tenebroso, las disfruta. Se lo puede encontrar con el nombre de Daniel Guajardo en Providence, Chile.