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El que escribió eso… ¿Seré yo señor?

Escribo, luego me cuestiono.

Esta semana, encontrándome en sequía creativa heavy, me di el trabajo de recolectar y republicar bajo un sólo medio mis cuentos de libre lectura, esos que alguna vez publiqué online bajo licencia creative commons.

Estaba en eso cuando redescubrí la novela “Gur” que escribí en el verano de 1999. Viejo, eso fue hace diez años, mi segunda novela *inédita* y la que tenía más botada. Originalmente era la precuela de la novela que escribí el 98, un relato apocalíptico que describía con lujo de detalle y excesivo trabajo sicológico de los personajes cómo destruir el mundo usando un mínimo de recursos faranduleros.

Apenas la terminé supe que no servía para nada. No me pregunten por qué. La usé como ejercicio, y también como exorcismo. Me volqué en ella y dejé mi huella indeleble, los personajes varones pensaban como yo, hablaban como yo, eran YO. Y cuando no lo eran, se trataba de la versión idealizada de las mujeres de las que alguna vez estuve enamorado y que soñaban, al menos en mi creación literaria, con estar conmigo forever.

Leerme otra vez, encontrarme con ese yo atribulado de hace diez años, me hizo sentir bien. ¡Me hizo sentir excelente! Porque ya no soy ese tipo que odiaba al resto de la humanidad, que soñaba despierto con el amor no correspondido, que despotricaba contra su familia sin motivo. Puta que crecí.

Ahora leyéndome, descubriendo cómo evolucioné en estilo de redacción, me doy cuenta que no escribía tan mal. En algún punto desde que salí de la universidad el año 2000 hasta el 2007 me convencí que escribía con el orto y que me faltaba mucho por aprender. Pero no fue así, simplemente dejé de escribir diez mil palabras por día hábil, que era el promedio de texto que produje durante enero y febrero de esos años 1998 y 1999 solamente. Y me quedé con escuálidas mil palabras a la semana, retocando viejos cuentos, retocando las mismas novelas una y otra vez ad nauseam. Perdí el paso. Me puse a trabajar. Preferí leer y ver tele. Me aconché.

No voy a resucitar esas novelas tal como quedaron. Sí rescataré algunos extractos de Gur, algo para la posteridad, para convencerme y convencer a otros que sí escribí eso que dije que escribí (palo para los incrédulos que se rieron de mí en la Zona de Contacto). Pero sobre todo para recordarme que alguna vez escribí una novela de 53.000 palabras en dos meses y que no estaba hecha de aire.

Si alguien quiere leer esos extractos que pueden entenderse sin necesidad de contextualizarlos en una novela, especialmente el que titulé “Emme Shé”, por favor acudan a mi biblioteca online y lean. Después, comenten. La dirección es la siguiente:

https://es.calameo.com/accounts/74838

La otra novela que no saldrá jamás a la luz tal como la escribí es “Deke”, que efectivamente estoy reescribiendo. Habrá versión 2.0. La original tenía como ochenta mil palabras, me volví loco metiéndole historia, mitología, prólogo y epílogo, hasta un mapita tenía, como ESDLA. Era eterna. Y la historia final, tijereteando toda la caca, quedó en 30.000 aprox.

Eso. Porfa léanme y COMENTEN. Gracias.

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