Mostacho

A fines de octubre e inicios de noviembre tuve dos eventos en los que expuse un caso de éxito de Universal Analytics con Enhanced Ecommerce. El primer evento fue en Lima/Perú y el segundo en Vitacura/Chile. En ambos eventos me alimenté como un perro gordito de suave lomito. Hubo cenas, desayunos, almuerzos, vino, chilcanos, nada diet. Nada.

Bigote Sour

Teniendo en cuenta estos eventos, dejé crecer mi pelo facial a partir de septiembre. Coincidió con que en agosto sufrí un grave caso de vértigo, y ya tenía algo de barba y bigote. Con el pasar de las semanas fui dando forma al mostacho, hasta que la última semana de octubre, antes de partir a Lima, di su form final al bigote y barba quijotesca, con puntas rizadas y peinado hípster, sin poner ninguna cera ni producto fancy.

Vértigo

Odié el bigote, todos los días, cada hora, cada minuto, mientras lo tuve. Fueron dos meses de suplicio, en parte para probar a mí mismo, y en parte para testear mi entorno. El bigote me daba un aire intelectualoide, creaba una actitud irreal, en cierta forma la gente prefería quitarse de mi camino; yo me hacía notar sin hacer nada distinto de lo que vengo haciendo desde hace décadas. Así que sí, el bigote lo cambia todo, y no, no volvería a tener bigote, no tan producido, no por tanto tiempo.

Recuerdo mi bigote de 1995, era fino, suave, juvenil. Ahora fue más parecido a una brocha, al bigotón de Nietzsche. Se veía bien, pero mis hijas resentían cuando las saludaba o me despedía. Y tampoco estoy dispuesto a tranzar mi afecto familiar por un adorno que requiere tiempo y sacrificio. Nope.

Así que terminado el evento del día 3 de noviembre, me afeité. Fue una masacre. Ahora vuelvo a tener el rostro común de siempre, algo rechoncho y arrugado.

Chao bigote

Esa fecha coincidió con el inicio de NaNoWriMo. Este año, a diferencia de los anteriores, tengo un proyecto en camino. Así que inicié la escritura el día 1, y he continuado día a día con montos mínimos, sin alcanzar la cuota diaria que me permita alcanzar la meta. Pero sigo, y no hay un minuto libre en que no piense en lo que tengo que escribir, cómo lo voy a enfocar, de qué manera va a influir en el resto de la historia.

Se siente bien escribir con claridad, con un objetivo, con un deadline concreto. De verdad, se siente muy bien. Obvio que lo que sale de esta escritura tiene una calidad inapropiada para mis propios estándares, pero eso no me preocupa ahora. En parte es una exploración de la historia y sus personajes, en parte es también un desafío personal. Y cuando termine, lo que sea que acabe terminando, incluso si no estoy contento con el resultado, es mejor que cualquiera de mis otros proyectos con muy altas expectativas y muy pocas o ninguna palabra escrita en los doce meses anteriores.

Midiendo mis pomodoros con Writebox

Para escribir estoy usando una web-app llamada Writebox, que se sincroniza con Dropbox. Es un simple bloc de notas con contador de palabras. Y paralelamente uso una app de Android llamada Writeometer, que me ayuda a hacer seguimiento de mi proceso, con gráficos incluso, y que además tiene un temporizador para hacer pomodoros.

¿Y tú, estás escribiendo?

Avatar de Daniel E. Guajardo Sánchez

By Daniel E. Guajardo Sánchez

Santiago, 1977. Daniel Guajardo (aka) Dan Guajars escribe las historias y su otro yo, el tenebroso, las disfruta. Se lo puede encontrar con el nombre de Daniel Guajardo en Providence, Chile.