El autor en su laberinto

Hablo desde mi experiencia personal. En 2010, Sergio Amira y yo publicamos la novela Psique, una Fantasía Urbana ambientada en un Santiago de Chile post cataclismo. Estábamos orgullosos. Aún estoy orgulloso de lo que logramos.

El libro se publicó y tenía problemas. El editor no tenía experiencia editando ficción. Tampoco hubo edición de contenido, aparte de la que hicimos nosotros mismos. No hubo revisión ni corrección de estilo, más allá de la nuestra.

No hubo diagramación profesional, de nuevo el editor no tenía experiencia. En resumen, era una publicación amateur.

errores en un libro

Nota aparte: me gustan las publicaciones amateurs. Son sinceras, están llenas de esperanza y orgullo. Y también tienen plenitud de errores. Cuando un autor o autora se expone de esa manera ante un público implacable, es porque hay valentía; o porque el tamaño de sus aspiraciones opacaba esa vocecita que les dice «todavía no está listo».

Publicar o autoeditar un libro amateur es una prueba de fuego, que muchas veces determina si el autor/a seguirá por la senda creativa o no.

BTW, este artículo no es un mea-culpa ni tampoco un yo-no-fui. Ya pasaron (hartos) años desde que publicamos Psique y en este tiempo aprendí bastante. Especialmente de los errores que cometimos en él.

El autor aislado.

El autor solitario

En 2010 me consideraba solamente un autor. Me veía como ese personaje que escribe en su templo. Ocurre la magia de la edición, y tiempo después ve su libro en una vitrina de librería.

No hablemos del ego y la soberbia, que es la parte tóxica de ser escritor. Quiero exponer esta idea de ser alguien que únicamente escribe mientras «otros» publican su obra por él/ella.

Hoy soy el equivalente del showrunner en el negocio audiovisual. Soy el creador de la historia, me ocupo de la escritura, edición y publicación de mis propios libros. No se me ocurre un concepto que englobe el trabajo profesional del autor sobre el material propio; de la misma manera que el showrunner se hace cargo de los aspectos cruciales en la producción de una serie de televisión.

Soy autor, soy editor, soy publicador. Soy responsable total del resultado. Cuando veas un libro impreso o libro electrónico mío y encuentres un detalle o error, pues es todo responsabilidad mía, junto con todo lo bueno. ¿Qué soy? (Por favor comentar)

Pero volvamos al autor o autora que no hace otra cosa que escribir y prefiere delegar el resto del proceso en profesionales externos. Digamos que un libro escrito por esta persona llega a librerías. Cuando leemos un error en este libro, sabemos que es de la persona que lo escribió; y también sabemos que la editorial no lo corrigió.

En la edición amateur, podemos encontrar errores de forma (gramática, ortografía, diagramación). Y de fondo (estructura de la historia, caracterización de los personajes, definición de el/los objetivos de la historia, motivación de los personajes, etcétera).

Los errores de fondo son ruidos que se toleran en algunos casos especiales. Cuando la historia resulta entretenida y/o interesante. Pero los primeros, los errores «de producción», son imperdonables. Son el equivalente en cine de un micrófono que aparece en cámara.

Dicho de otro modo, mi tesis es que en el mundo editorial se tolera más una historia mal contada que un texto mal corregido.

¿Quién es responsable de los errores en un libro impreso?

El autor responsable

¿Quién corrige los libros? O digamos lo que queremos decir en realidad: «¿A quién culpamos cuando un libro tiene errores de producción?»

El producto en vitrina es el libro. La materia prima es el manuscrito. El proveedor de esa materia prima es el autor o autora. El productor es la editorial. ¿De quién es la culpa?

Si compro una hamburguesa y encuentro un pelo, sé que algún ingrediente venía sucio y que el cocinero no se dio cuenta. Si compro un libro que contiene errores, sé que el/la autor escribe con faltas y que la editorial no lo revisó a conciencia. ¿Cuántos pelos estoy dispuesto a tolerar en mi hamburguesa?

Como lector/escritor demasiado consciente del proceso editorial y productivo de un libro, me he vuelto contradictorio cuando se trata de errores de forma. Soy tolerante de los errores del manuscrito, porque no es un libro en vitrina; y por lo mismo tiendo a ser intolerante con los errores en el libro impreso. Eso responde a mi pregunta, a quién responsabilizo cuando leo un error impreso: la editorial.

Con los problemas de fondo, aún no me decido. Escribir un libro, incluso un cuento, no es una tarea fácil. Escribir una historia compleja sin usar lugares comunes, es un trabajo duro. Enganchar al lector con una historia interesante es un desafío enorme, incluso para los autores consagrados.

Pero volvamos a ese proceso mágico, que ocurre desde que el manuscrito llega a la editorial. Hasta que el documento diagramado listo para imprimir sale hacia la imprenta.

El manuscrito.

El borrador de la novela

Citando a mí mismo:

El primer borrador de una novela no es una novela, es apenas un borrador; debes considerarlo como tal y corregir, reescribir y borrar todo lo que sea necesario para alcanzar un manuscrito de calidad (…) Si se trata de tolerancia, podemos tolerar una falta de ortografía por cada mil palabras del manuscrito, como regla general. Es normal que un autor, incluso el más cuidadoso, deje pasar errores de vez en cuando.

Daniel Guajardo en Monstruito Ediciones.

El manuscrito de una novela de cien mil palabras podría tener cien errores de tipeo u ortografía. Hay errores de gramática que un editor/a podría destacar en el proceso de edición de contenidos y el autor/a del manuscrito debería corregir. Pero estos casos no se consideran en la estadística anterior.

El manuscrito es la materia prima. Mientras mayor sea el profesionalismo/experiencia del autor o autora, se puede esperar que haya menos errores en el texto del manuscrito. Y esto se traduce en menos inversión de tiempo/dinero de la editorial para corregir. La hamburguesa estaría lista para comer si no fuera porque olvidaron lavar la lechuga.

Un buen manuscrito, con un mínimo de errores ortográficos y de tipeo, es una joya que se debe pulir. Un buen editor dedicará más tiempo y concentración en los temas de fondo, porque no tiene que ocuparse tanto de los problemas de forma. Y así tendremos un producto/libro publicado de manera profesional y sin fallas.

¿Cuánto se demora en editar un libro?

Tiempo de edición

El tiempo que se tarda en editar una novela es relativo. Depende de dos factores dependientes: la capacidad del editor/a de entender la visión del autor/a y proponer ediciones al contenido; y la capacidad del autor/a de aceptar y ejecutar las recomendaciones del editor/a.

Una profesional de la edición, demora alrededor de cinco días en horario laboral solo para leer y llenar de notas el manuscrito (con lápiz rojo); esto es relativo también a la cantidad de manuscritos que esté trabajando al mismo tiempo.

Y unos días más en preparar un informe y reunirse con el autor/a para hablar de estas notas y posibles correcciones. ¿Siete días hábiles?

Lo que demore el autor/a en corregir y mejorar, más lo que demore el editor/a en revisar y reiterar el proceso… Lo que demoren ambos en quedar conformes con el resultado, puede variar desde un par de semanas a unos cuantos meses.

Por lo general no hay límite de tiempo, pero mientras antes esté listo el libro para diagramar los interiores y la portada, mucho mejor.

Tengamos en cuenta que en la industria editorial hay fechas importantes, ferias de libro, lanzamientos, eventos literarios y culturales en general. Sin contar los fondos concursables.

Y la nueva camada de libros tiene que salir de la imprenta lista para la lectura, durante el inicio de la primavera de Chile. Si el manuscrito no está listo y libre durante agosto, la ventana de exposición primaveral se irá diluyendo cada vez más.

Psique en diario La Nación 2010

Avatar de Daniel E. Guajardo Sánchez

By Daniel E. Guajardo Sánchez

Santiago, 1977. Daniel Guajardo (aka) Dan Guajars escribe las historias y su otro yo, el tenebroso, las disfruta. Se lo puede encontrar con el nombre de Daniel Guajardo en Providence, Chile.