Neverending story

Igual que el desafío de los libros, aprovecho que esta vez sí me desafiaron y hago acá mi lista. Son películas que de verdad me marcaron, representan un antes y un después. Y algunas son particularmente queridas.

Los videos a continuación tienen spoilers, en el caso de que no hayas visto alguna de las películas.

La Historia sin Fin.

Era muy chico cuando dieron esta película en los cines en 1984. No la vi entonces. Pero el videoclip de Limahl con la canción y los insertos de la película que daban en todos los programas de música se tatuó con fuego en mis huesos. No es este video en particular, porque le lleva edición de la película, sino uno donde el vocalista sale con las mechas paradas y onda punk-pop de los 80.

Tanto fue el impacto de esas pocas imágenes del videoclip y de la canción, que me pasé el resto de mi infancia fantaseando con mundos imaginarios, paisajes con cristales gigantes, torres que se yerguen desde el centro de montañas iluminadas. Hueón, aluciné. No hubo día en que no alucinara con esta historia que no conocía.

Ése fue el combustible que después hizo ignición cuando leí el Hobbit, allá por 1989.

No recuerdo si la vi en VHS del videoclub amigo a finales de los 80 / principio de los 90. Es posible que sí, junto con Robocop, La Mosca, Duro de Matar y Volver al Futuro; o en la tele, su tardes de cine.

Años después, en la universidad pude verla de verdad. Estaba súper emocionado, la vi y quedé profundamente decepcionado. Mi expectativa era demasiado alta y fue un gran cuek. No la quise ver de nuevo. Pero con el paso de los años regresaba a ella y creo que la he visto demasiadas veces ya. Aprendí a quererla y a conectarme con esa sensación que me inundaba cuando tenía 7 años.

La Historia Sin Fin es la película que marcó mi vida y ni siquiera la vi cuando salió. Así de importante es.

Drácula (la versión de Coppola).

Esta película me pilló en plena adolescencia, amor platónico y ensoñación fantasiosa permanente. Y al igual que la Historia Sin Fin, me enteré por el videoclip de Annie Lennox. El original tenía hartas imágenes de la película y tanto impresionismo y efectos especiales me agarraron de inmediato.

La maravilla es que era una película para mayores de 14 y yo ya tenía esa edad. Vi el videoclip, compré el diario, vi a qué hora daban la película y en qué cines, y pa. Al día siguiente agarré una micro después del colegio y en la tarde estaba sentado en un cine rotativo. La vi tres veces de corrido.

Inmediatamente, me enamoré de la banda sonora y la siguiente vez que fuimos a un mall con mis padres rogué que me compraran el casete con la música de la película. Es alucinante. Ahora que la película está disponible en Netflix, a veces la veo y me permito ser adolescente otra vez.

El Hombre Araña (la primera de Raimi).

Trailer original con torres gemelas incluidas. 

Cuando entré a la universidad en 1995, tenía 17 años. Era chico, tenía que ir con un pase especial que demostrara que era alumno para que me prestaran libros en la Biblioteca Nacional. Así fue prácticamente tooodo el año. Y junto con ser legalmente un niño, el liceo donde había estudiado antes no me preparó para esto. Me fue como el forro. No me echaron porque la universidad era otra máquina de moler carne y yo ponía dinero en sus bolsillos. Pero eso es otra historia, no relacionada…

En la universidad, especialmente a partir del segundo año por causa de mis desórdenes de ramos repetidos y ramos adelantados, tenía enormes ventanas horarias. La toma de ramos era una mierda, así que había que agarrar los ramos donde se podía nomás. Y con mi mesada para almorzar, me iba al cine. Por lo menos una vez a la semana. Cine comercial, cine arte, lo que fuera. Faltaba a clases para ir a ver una película que me interesara. Y seguro que las vi casi todas, excluyendo los romances y comedias. Vi la mierda de película de los Power Rangers en el Cinemark del Plaza Vespucio y vi peliculones de David Lynch y Tarkovsky en el Cine Arte del Normandie.

Sobreviví a la universidad gracias a mis amigos, a mis lecturas de ficción, a mi escritura, a mi música y al cine. Y cuando egresé y comencé a trabajar en la tesis, había un tráiler de película que vi muchas veces, ese del Hombre Araña que después censuraron porque torres gemelas.

Yo tenía un trabajo modesto en el centro de Santiago y con el modesto sueldo de practicante me pagaba las micros, los almuerzos y las idas al cine. Era todo perfecto.

Pero la idea del examen de grado me daba pánico. Esa sensación en el estómago que precede a la angustia. Me moría de miedo, sobre todo porque escuchaba historias de otros exámenes con público, comisión de expertos despiadados y alumnos reprobados por pequeñeces. Me moría un poco cada día pensando en eso. Hasta que me dieron el día y la hora, jueves 11 de abril de 2002. Pánico poh. Y la única manera que tenía de olvidarme de ese horror permanente que no me dejaba dormir y me tenía en los huesos, era viendo películas.

El Hombre Araña de Raimi se estrenaba en mayo de 2002. Y mi mente se ancló a ese dato. Cuando vea la película, pensaba yo cada vez que me daba la angustia, todo esto será historia. Cuando vea el Hombre Araña, ese enorme desafío angustiante de abril será cosa del pasado. Y así, cada vez que me daba la cosa en la guata, me acordaba del Spiderman. Link automático, enlace emocional.

Vi la película el día que la estrenaron. Después comí algo rico, un whopper seguro. El examen de grado no fue tan terrible como lo pintaban. Además, que tuve suerte, Chávez se hizo un autogolpe el fin de semana anterior y en la parte del examen donde me preguntaban actualidad, los profesores gastaron tiempo valioso discutiendo entre ellos. Zafé. 

Otras películas.

La lista anterior es significativa porque hay un enlace directo con mi vida y mis recuerdos emocionales. Hay muchas más películas importantes que podría ver cien veces sin cansarme, la mayoría son parte estructural de mi Self creativo, no me puedo definir sin ellas ocupando un espacio en mi inconsciente. Pero no son tan memorables como aquellas que representan hitos en mi historia personal. Mi infancia, mi adolescencia, mi adultez.

Pero igual voy a enumerar otras películas que cambiaron de alguna manera la manera en que miro la ficción. A ver si hacen sentido.

  • Trilogía de Star Wars (porque la daban en la tele).
  • La primera de Indiana Jones.
  • La Generación Perdida (The Lost Boys).
  • Rescate en el Barrio Chino.
  • Un Hombre Lobo gringo en Londres.
  • Poltergeist.
  • Mi Vecino Totoro. 
  • Akira.
  • Urotsukidoji (es Hentai).

Y para terminar, dejo un videoclip que me conectó emocionalmente con mi yo de 7 años que fantaseaba con volar en un dragón blanco con cara de perrito y que hasta ahora no entendía por qué me emocionaba con ella. El parecido sonoro y temático del opening de Espartaco y el Sol Bajo el Mar con La Historia Sin Fin me pone la piel de gallina de emoción infantil.

Arreglo musical por la chilena Scottie Scott e interpretado por Ricardo Cubillos, Christian Lecaros y Nene Lecaros.
Avatar de Daniel Enrique Guajardo Sánchez

By guajars

Santiago, 1977. Daniel Guajardo (aka) Dan Guajars escribe las historias y su otro yo, el tenebroso, las disfruta. Se lo puede encontrar con el nombre de Daniel Guajardo en Providence, Chile.