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La Muerte del Autor v/s la Intención del Autor

Autor muerto

(Death of the author and author intent)

Esta es una discusión extraña que surge, se nutre y se mantiene en un bucle infinito dentro de los círculos que estudian la literatura. Mientras que a los lectores y lectoras en general no les importa un carajo. Esto si acaso la persona que lee una obra debe interpretarla con el prisma de la intención del autor o si debe confiar en su propia interpretación.

Separar al autor de su obra.

Saquemos este pelo de la sopa antes de seguir.

Soy un convencido que se puede separar a un autor de su obra y seguir disfrutando una obra, aún sabiendo que la persona responsable de esa obra es también la responsable de algunas mierdas detestables.

Por ejemplo, el escritor homofóbico militante Orson Scott Card, o el cantante y bailarín pedófilo Michael Jackson. Ellos por dar unos ejemplos. Aún hoy escucho una canción del Michael y me dan ganas de vacilar, pero me acuerdo que es un abusador de niños y se me pasa. Aún hoy recuerdo las valiosas enseñanzas del Orson y que me ayudaron a crecer y ser el escritor que soy, pero me acuerdo que es un sujeto nefasto y se me pasa.

No puedo escuchar más al Michael. No puedo leer nada del Orson. Sigo convencido que se puede separar al autor de su obra, pero solo cuando el autor(a) no sea una mierda de persona.

Dicho esto, avancemos.

La Intención del Autor (Authtor’s Intent).

Durante mis interminables años en la escuela y la universidad, se nos inculcaba el enfoque de la intención del autor para analizar los textos que nos daban a leer. ¿Qué quiso decir el autor? Esto quiso decir el autor. Fin. Mi interpretación personal no tenía ninguna validez si es que no se cuadraba con la definición pre-definida de lo que el libro realmente decía.

Porque el lector es inexperto y que no es capaz de interpretar lo que lee. Solo absorbe la capa superficial del texto y no es capaz de reconocer los subtextos implícitos.

El modelo educativo en el que me tocó crecer tenía este paradigma esnob condescendiente adoctrinador: que las interpretaciones de una obra se limitan a las que el programa educativo especifica. Mi opinión no vale. La tuya tampoco.

No está de más decir que las obras que nos hacían leer y analizar eran «seguras» para el régimen autoritario chileno. Pero esto no es exclusivo de Chile. Quién querría formar personas con pensamiento crítico que pongan en duda el modelo político-social-económico-moral-ético de su país.

Las obras eran seguras. Las interpretaciones también. Paradigma esnob condescendiente adoctrinador. La intención del autor es analizada y reinterpretada con una intención doctrinaria. La experiencia del lector es acallada como en una distopía. La interpretación del lector es menospreciada. Solo vale la interpretación oficial. Esta es la obra, así es como se interpreta, calla niño que te castigo.

Y es por todo esto que la idea de la muerte del autor es tan interesante y va cobrando fuerza en los que adquirimos tarde el pensamiento crítico.

La Muerte del Autor (Death of the Author).

La imposición de una interpretación única de una obra se entiende como la imposición de límites a dicha obra. Es la tiranía de la interpretación.

La idea de separar la obra de su creador no es nueva ni es revolucionaria. Pero cobra fuerza junto con el reconocimiento de que la obra resuena emocionalmente e intelectualmente con mi experiencia personal. Y porque la interpretación personal de una obra literaria, aunque sea imperfecta, es más interesante y más valiosa que las interpretaciones oficiales.

Decir que «el autor ha muerto» es una exageración poética. Y es también la mejor manera de validar la opinión personal y emocional del que lee la obra. La intención del autor, si es que la tenía, murió con él.

Piénsalo. ¿El autor o autora dejó un texto con su declaración de intenciones? No poh. Y si lo hizo, pues qué pedazo de ególatra. El resto de las «intenciones del autor» las analizó, registró y discutió hasta la náusea un grupo de literatos bienintencionados. Bien por ellos.

Hay obras clásicas que necesitan esos análisis literarios infinitos y reinterpretados en cada nueva generación. Pero estamos hablando de autores que llevan muertos un siglo o más. Bien muertos. Pero no quiero más interpretaciones ajenas de obras que tienen algún significado para mí.

La obra es del que la consume (si es que la hace suya).

¿Será cierto? Es como la apropiación cultural. Un día leí un libro y me gustó tanto que lo hice mío. Se volvió piedra fundacional de mis creencias o solo pensar en esa obra me hace súper feliz. Me apropié de la obra.

Si me gusta el animé y hago un cosplay, es porque soy más fanático que la cresta. Me tatúo una frase de mi libro favorito. Me compré la película y la vuelvo a ver una y otra vez. Y soy tan feliz. Me apropié y no hay nada que me quite esta felicidad. A no ser que el autor resulte ser un pedófilo o un homofóbico. O un violador.

¿Qué libros son parte de tu esencia?

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