Le Pulpo

Escribir historias de terror parece fácil. Como decir que las situaciones son ominosas y aterradoras, o que viene un monstruo. Pero es más difícil que eso.

Todos tenemos una idea de lo que es el terror, como género narrativo. Lo hemos visto, lo hemos leído, lo sentimos en nuestras vidas. Cuando escribimos una historia de terror, la noción de qué es y cómo se escribe está lejos de cumplir con la base misma del género. Que aterre al lector desde su inconsciente; y que deje una cicatriz pequeña que no se borre tan pronto se cierra el libro.

Por ejemplo en «El Traje del Muerto» de Joe Hill (Heart-Shaped Box). Hay una escena en la que el protagonista mira por la ventana de una casa y ve el fantasma de una niña que desapareció sin dejar rastro, de la mano del sujeto que la raptó. Su fantasma indefenso me mira esperando que la rescate. Yo como lector viví el horror angustioso que experimenta el protagonista, la impotencia de no prestar auxilio a una persona amada. Y si tienes hijos, tus propios horrores se manifiestan.

Esa escena se quedó conmigo, no es algo que pueda olvidar. Se conectó con mis miedos profundos y los hizo tangibles. Como esa hay muchas más, no solo en los libros, sino también en las películas y en los medios de comunicación.

Fábrica de miedo

Si quieres escribir terror fácil, enciende el noticiario y verás algunas tragedias que ocurrieron a pocas personas. Estadísticamente hablando, es normal que ocurran cosas horribles en una sociedad compleja y aspiracional como la nuestra. Y si haces el ejercicio todos los días, se repetirán las mismas noticias con distintas personas. La misma música estresante de fondo, la misma estadística mínima convertida en tendencia alarmante. Y paulatinamente la sensación de indefensión se apoderará de tu inconsciente. Te podría pasar a ti.

Eso es Terror: recrear una situación ficticia de miedo e inquietud en la imaginación del que asiste a la narración, apelando a su inconsciente.

El monstruo es una metáfora

Documental My Amityville Horror

En algunas películas de terror hay un monstruo, en un espacio restringido (una casa o similar) del que es difícil o imposible escapar. El monstruo aparece cuando conocemos que hay un pecado cometido por el protagonista de la historia. Ese pecado es el portal de acceso del monstruo a la casa-o-similar.

Este tipo de historia de terror se conoce obviamente como «el monstruo en la casa» (1). Y es un modelo aplicable a miles de películas como Alien, El Exorcista, Tiburón, La Cosa, Atracción Fatal, Jurassic Park, Habitación del Pánico y más.

El monstruo como metáfora es el catalizador que permite contar una historia más profunda. No es el protagonista, es la excusa que nos abre la ventana para conocer los miedos del protagonista. La casa puede ser un recinto, una nave espacial, un barco o una isla; y no puedes irte, solo puedes esconderte y correr, porque el monstruo viene por ti.

En el documental «My Amityville Horror» conocemos al protagonista de la historia real que inspiró las películas y su relación con una casa nueva. Es él quien está «embrujado», sujeto a la influencia de adultos que quieren creer en lo sobrenatural. Él está sometido a la violencia de un padrastro abusivo. No hay un monstruo en la casa, no hay fantasmas. El monstruo no es real. Son los adultos en su vida los que insisten en la presencia de un monstruo. Son los problemas del niño, sus abusos y sus miedos, los que se manifiestan como un monstruo en la narración. Y es gracias a ese monstruo que conocemos la historia.

The-Babadook

En la película «El Babadook» tenemos un monstruo que es la representación misma del trauma. Es la culpa y el odio que habitan dentro de la protagonista y también de su hijo. Hay un monstruo en la casa, pero no es un monstruo real. Es una metáfora del monstruo interior que quiere salir y desahogar sus pulsiones criminales culposas.

En las películas de viernes 13, Jason representa a la sociedad puritana estadounidense y su deseo de censura y castigo moral. En las películas de Pesadilla en la calle Elm, Freddy representa a nuestro inconsciente lujurioso y criminal.

Todas las historias de terror tienen un monstruo, pero no siempre es una criatura. Para la película Los Otros, el monstruo es la negación. En Sexto Sentido el monstruo es lo que no podemos ver y que está ahí sentado junto a ti. En El Resplandor, el monstruo es la locura de Jack que se manifiesta en el aislamiento de un hotel siniestro.

El gore y la violencia porque sí no son terror

Final Destination 3

Tanto el gore como el porno de violencia apelan al morbo y la vergüenza y la náusea. Pero no al terror. Las series como viernes 13 y Pesadilla en la calle Elm comenzaron como historias de terror. Y por causa de su éxito, sus secuelas se fueron simplificando hasta convertirse solo en espectáculos porno.

Personalmente, evito este tipo de narrativas. En las que los eventos explícitos de violencia, dolor, humillación, tortura y muerte son el centro de la narración. O están presentes solo para agregar «colorido» a la historia; son un condimento, o son el imán que atrae a un tipo de audiencia específica que disfruta este porno sin sexo.

Hay veces en que estos elementos son necesarios para la historia y se pueden manejar sin convertirlos en el foco de la atención del lector. Pero no todos los autores lo logran sin caer en excesos que luego dañan su obra y su prestigio.

El terror se muestra, no se dice

Aprendamos a escribir una historia de terror.

La narrativa decimonona de Lovecraft está repleta de ejemplos en los que el narrador nos dice que algo es «ominoso» o «aterrador». Pero no llegamos a sentir ese terror. Por ejemplo, en su cuento «Desde el más allá» encontramos este párrafo:

[…] vi la detestable máquina eléctrica brillando con una apagada y siniestra luminosidad violácea. Estaba conectada a una potente batería química; pero no recibía ninguna corriente, porque recordaba que, en su fase experimental, chisporroteaba y zumbaba cuando estaba en funcionamiento.

H.P. Lovecraft en su cuento “Desde el más allá”

Lovecraft nos dice que la máquina eléctrica es «detestable» y que brilla con «apagada y siniestra luminosidad violácea». En vez de mostrar por qué la máquina es detestable y por qué su brillo de luminosidad violácea es siniestro. Entiendo el contexto del relato, se escribió en otra época. Los adjetivos eran la herramienta predilecta de los autores y los editores preferían textos cortos, porque pagaban por palabra.

Hoy la manera de escribir cuentos de terror es otra. El autor Brandon Sanderson en sus clases de escritura de ficción explica la idea detrás de la Pirámide de la Abstracción. Que es una manera elaborada de mostrar la descripción concreta versus la descripción abstracta, y cómo esta afecta a la narración y la velocidad del relato.

Pirámide de la Abstracción para Escribir Terror

A mayor descripción de un «algo», este «algo» es más concreto. No es lo mismo «la rubia guapa» que «la rubia de veinticinco con jeans ajustados, camisa roja ceñida, lentes grandes de marco grueso y pañuelo de seda negro anudado al cuello». La descripción abstracta dice algo genérico del personaje y deja que el lector imagine todo lo que no se muestra. Mientras que la descripción concreta muestra mucho más del personaje y deja menos para que la imaginación llene los espacios.

Al escribir terror muestras el ambiente con los cinco sentidos. Todo lo que sienten los personajes se utiliza de distintas maneras para generar un ambiente sensible que se conecte con el lector(a). Y esto solo se logra «mostrando», siendo más concretos con nuestro lenguaje.

En conclusión, escribir terror es…

Para escribir una historia de terror tienes que escribir acerca de un miedo personal, tuyo, extrapolando sus características en la forma de un monstruo. El monstruo es una metáfora, y la historia es tu manera de enfrentar ese miedo. Debes escribir con un lenguaje concreto, cargado de elementos sensoriales que se conecten con el lector a un nivel subliminal.

(1) “El Monstruo en la Casa” es uno de los diez tipos de argumento (plot) que define por Blake Snyder. En su libro “Salva al Gato“, manual de guion cinematográfico.

Avatar de Daniel E. Guajardo Sánchez

By Daniel E. Guajardo Sánchez

Santiago, 1977. Daniel Guajardo (aka) Dan Guajars escribe las historias y su otro yo, el tenebroso, las disfruta. Se lo puede encontrar con el nombre de Daniel Guajardo en Providence, Chile.