Sin engrupir

En la vida y en la ficción nos encontramos con este asunto. Hay cosas que son de sentido común. Son conocimiento general. Son sabidas. Y como tales no suelen ser discutidas.

Al decir todo esto corro el riesgo de ser súper obvio y rebatible.

Pero el sentido común no es indiscutible ni inamovible. El sentido común evoluciona. Se nutre con las experiencias de las personas durante generaciones. Cambia con la tecnología. Y también con la influencia de grupos interesados.

Diferentes sectores construyen distintos sentidos comunes. Algo que era de sentido común cien años atrás, hoy ya no lo es. No estoy hablando de modas. Hablo de comportamientos basados en saberes que son comunes a grandes grupos de personas.

Es algo que debemos tener en cuenta al momento de crear mundos y personajes. El sentido común de un personaje que trabaja todos los días, que tiene familia y deudas, comparte elementos con el sentido común de un personaje que trabaja para no aburrirse, que tiene familia y rentas. Pero también tienen mucho que no comparten. Y cada uno juzga al otro con el lente de su propio sentido común. Aunque sean del mismo mundo, prácticamente mundos separados.

El sentido común de un hombre «clase media» comparte mucho con el sentido común de una mujer de «clase media». Y también hay mucho que no comparten. Aunque sean del mismo mundo, son prácticamente mundos separados.

Mismo caso de un hombre anciano, un hombre joven, un hombre adolescente, un niño. Aunque sean del mismo mundo, son prácticamente mundos separados.

No estoy seguro de cuánto podemos hablar de sentido común cuando hay tantas variaciones, aunque haya puntos de encuentro.

El rol de las educaciones.

De las tres educaciones. La educación formal o escolar. La educación familiar o de convivencia. Y la educación mediática o de confirmación.

Está lo que nos enseñan en la escuela. Está lo que aprendemos en nuestra familia y con nuestros amigos. Y está lo que nos transmiten desde los medios de comunicación.

Cuando somos niños no podemos escoger lo que nos enseñan en la escuela. Un adulto elige por nosotros. Eso es de sentido común.

Igual que la enseñanza que recibimos en nuestros hogares, no se discute. Cómo la vas a discutir si eres un niño. Eso es de sentido común.

Lo que ves en la televisión es lo que te gusta, lo que te divierte. Es una parte de sesgo de confirmación, una parte de inyección formativa «con sello editorial». Y manipulación a través de tus sentidos.

Los contenidos que consumimos en TV nos homogeneizan. Nos inducen sentidos comunes a través de la repetición. Nos introducen en las modas.

¿Podemos elegir qué queremos ver? Sí, pero no hay tanta variedad como para elegir entre dos sentidos comunes diferentes. Y si viene papá o mamá y no le parece correcto lo que estamos viendo, lo cambia o lo prohíbe. Eso es de sentido común.

La manera en que un joven estadounidense vive el high school y los ritos de iniciación nos parece conocida. Porque la vemos en películas y series como algo normal, para nada extraño. Pero ni se acerca a la experiencia de la mayoría de los latinoamericanos que vivimos la enseñanza media. Y aun así, ese mundillo estadounidense adolescente nos parece de sentido común. Aún sin entender cómo funciona. Prom Queen y Homecoming incluidos. Todavía no los entiendo y a pesar de ello me parecen de lo más normal.

Tu sentido común es diferente según la billetera. Y el territorio. Y tu familia. Y tus amigos. Y tu barrio. Ni decir según la época en que te tocó vivir. Todos ellos te educan de alguna forma.

El rol de la autodeterminación.

Llega un momento en la vida en que nos damos cuenta de que nuestro mundo no es el único mundo. Gracias a los libros. Gracias a las películas. Gracias al pensamiento crítico. Gracias a nuevas experiencias. Y gracias a la influencia de otras personas.

El sentido común de una persona evoluciona a lo largo su vida. Crece, se reafirma y/o se modifica. En algunos momentos críticos de la vida, uno escoge qué creer y qué no creer. Y eso determina nuestro sentido común. Es el momento en el que diferimos de nuestros padres. Qué tanto diferimos es una experiencia personal.

Ahí tienes a los terraplanistas. Los negacionistas de todo tipo. Los anti-vacunas. Los xenófobos. Los homófobos. Los supremacistas. Los terfs. Tantos sentidos comunes que no son comunes. No son de conocimiento general. No son indiscutibles ni innegables. Como el machismo. Que no se logra erradicar. Aunque se modifiquen los sentidos comunes acerca del rol de un género u otro. Faltan generaciones de insistencia, repetición y reafirmación para que cambie un sentido común nocivo.

En mis años de universidad comprendí que mi mundo no era el único mundo. Mi ignorancia era estructural. No conocía otras realidades. No conocía otras experiencias. No conocía otras posibilidades. Los caminos que tenía ante mí eran pocos y eran excluyentes entre sí. Mi sentido común era muy básico y nunca lo había cuestionado. Cuando por fin comprendí que los caminos eran infinitos, ya era tarde para cambiar de ruta.

Personajes de ficción.

El sentido común de los personajes en una ficción es multidimensional. Como el de las personas en el mundo real, aunque «simplificado» para efectos de la historia. Y es la fuente de los conflictos que emergen entre personajes que se tensionan y antagonizan.

Los personajes se cuestionan entre sí y a sí mismos. Ocurre la fricción. El sentido común de los personajes es una fuente de contrastes enorme para tus historias. Algunos guionistas lo llaman «la mentira que el personaje cree», algo que es de sentido común, pero que en realidad no lo es (porque hubo un cambio importante en el status quo del personaje).

Elementos de base

Elementos diferenciadores

El «sentido común» que es propio de tus personajes, todos lo comparten. Es aquello que los une.

Los «sentidos comunes» que son propios de un personaje. Y que se contraponen con los de otro.

Puedes jugar con la idea del sentido común de tus personajes. En un romance, se enamoran porque piensan que tienen mucho en común. Pero con el paso del tiempo se conocen mejor y se dan cuenta de que sus creencias los ponen en conflicto cada vez que surge el tema.

Dos amigos de toda la vida que comparten el mismo sentido común se separan. Viven sus vidas alejados. Y al reencontrarse cada uno se da cuenta de que su mejor amigo ahora es un extraño. Pero son esas cosas que tienen en común las que aglutinan su amistad.

Haz el ejercicio.

Avatar de Daniel Enrique Guajardo Sánchez

By guajars

Santiago, 1977. Daniel Guajardo (aka) Dan Guajars escribe las historias y su otro yo, el tenebroso, las disfruta. Se lo puede encontrar con el nombre de Daniel Guajardo en Providence, Chile.