Leer en voz alta, entre otros nuevos aprendizajes
Un día cualquiera, decidido —otra vez, para variar— a hacer algo con mi primera novela, me puse a leer el prólogo a Leoncio
Autor de fantasía urbana, terror y ciencia ficción
Un día cualquiera, decidido —otra vez, para variar— a hacer algo con mi primera novela, me puse a leer el prólogo a Leoncio
Mi primer acercamiento a la ciencia ficción fue un cuento de Ray Bradbury, «el sonido del trueno» creo que se llamaba. Lo leí cuando iba en sexto básico. Entonces como que me picó el bichito y en la biblioteca de mi viejo, que ha leído ciencia ficción desde que aprendió a leer y tiene cientos de libros… ahí encontré «El Hobbit» de Tolkien. Creo que fue la mejor manera de iniciarme como devorador de libros
Comencé a escribir porque lo necesitaba, habrían muchas cosas en mi cabeza, demasiada imaginación. Creo que a la larga podría haber desarrollado algún cuadro psiquiátrico por eso. En cambio sublimé toda la locura escribiendo, enfocando la imaginación por rutas que me interesaba cruzar. Ése fue el inicio
A mis amigos les lancé un e-mail con la «noticia»: incribí cinco de mis chorrocientos cuentos, los cinco que estaban «terminados», en el registro del Derecho de Autor, esa pequeña oficina en el segundo piso de un antiguo edificio en San Isidro, comuna de Santiago
No sé cuándo escribí la primera línea. Sí sé que iba acompañada de un deseo, «ser un escritor famoso» aunque no supiera lo que eso significa. Tal vez vi alguna película rasca donde aparecía el típico escritor gringo firmando libros. Y casi inmediatamente sublimé toda esa imaginería fatalista en mis escritos