Cuentos Chilenos de Ciencia Ficción

La definición clásica de Ciencia Ficción dice algo así como “es un género especulativo que relata acontecimientos posibles desarrollados en un marco espacio-temporal puramente imaginario, cuya verosimilitud se fundamenta narrativamente en los campos de las ciencias físicas, naturales y sociales”. También es cierto que las fronteras entre la CF, la fantasía y el terror están desdibujadas y desde hace años caminan juntas de la manito (por lo menos en Chile).

Entonces no me extraña que esta colección tenga más gusto a fantasía que a ciencia ficción. Tampoco está mal, pero en un par de cuentos (ya diré cuáles) la inclusión bajo el género de CF está forzada.

Me es inevitable comparar este con el otro libro de la colección de editorial Norma, la de Cuentos de Terror, sobre todo porque se repiten los mismos autores. Y es mi deber decir a los lectores que el tomo 2, el de cuentos chilenos de ciencia ficción, está mucho mejor que el primero. Está mejor escrito, reposado, el editor le dedicó más tiempo y probablemente hubo más interacción con l@s autores antes de enviar a imprenta. No es algo que me conste, pero se nota. Y se agradece.

No haré más comparaciones porque sería un despropósito. Mejor revise mi reseña al tomo 1 y lea los dos libros.

Los cuentos chilenos de ciencia ficción

  • Volviendo del Frío, Alberto Rojas. Futurismo. Un cuento con estilo de ciencia ficción clásica, que explora un problema sorprendente que le revienta en la cara a sus protagonistas. Cuando digo “clásico” me refiero a tres personas hablando en una habitación cerrada, tensión en aumento y claustrofobia. La premisa se sustenta y debo decir que me dejó con gusto a poco. Quiero saber cómo continúa.
  • Dino Bonsai, Francisco Ortega. Distopía con algo de tecnothriller. Una propuesta espectacular en la que mezcla una invasión extraterrestre, el tráfico de software a través de la sangre y no diré más para no dejar gusto a spoiler. Lo único que me descuartizó (en mala) fue el final deus ex machina. Pero todo lo demás da para construir una tremenda novela negra. Ojalá se haga.
  • Phantom Pain, Mike Wilson. Ucronía con una pinta casi invisible de steampunk. Relata un desastre desde la perspectiva de un personaje instalado en el centro de la tormenta. Parte como avión y se va desinflando paulatinamente hasta un desenlace obvio, y toda la construcción inicial del protagonista parce innecesaria.
  • Modelo 52, Marcelo Simonetti. Distopía para unos, utopía para otros =^.^= Superó mis expectativas y le doy cinco estrellitas de caramelo. En un futuro sin mujeres, la tecnología es tu única amiga. Buen cuento, muy gráfico, me mató con lo de los perros al matadero. En serio, muy bueno.
  • Wunyelfe, Jorge Baradit. Es CF inclasificable, pero CF igual nomás. Instalado en el universo de Ygdrasil, los humanos somos piezas conectadas con el cosmos, engranajes de una guerra. Algunas imágenes de la primera parte son difíciles de aprehender, le llora más descripción de ese evento en el que una máquina semi orgánica emerge desde el centro de la ciudad. Por supuesto, tiene descripciones durísimas, inapropiadas para niños pequeños. Heavy metal.
  • Déjame ir, Francisca Solar. Más fantasía que CF. Durante todo el cuento imaginé una cosa y a la hora del desenlace, me llevé una sorpresa. ¡Bien! Es una historia cruel, que podría generar esperanzas también. ¡Y la última frase es un chan! Buen cuento.
  • Vagón, Luis Emilio Guzmán. Distopía. Relato que crece y se sustenta solamente en diálogos. Impresionante, no me hizo falta el narrador. A ratos la conversación se larga, como dos amigos que se encuentran en la micro y hablan de cualquier cosa, y después como si nada suelta una bomba de racimo. Relatos paralelos, pasado, presente y futuro.
  • Pasajera, Carlos Tromben. Especulación histórica. Me pasó lo mismo que el cuento de Wilson, partió como avión y se fue desinflando. Me intrigaba saber qué eran estas criaturas en cajas, luego cuando lo supe perdí el interés (pero seguí leyendo) y al final no me quedó nada. Bien escrito, si sirve decirlo.
  • Réplica, Daniel Villalobos. Futurismo. Partí imaginando a un tipo joven que arrienda una muñeca inflable. Después resultó que no era na. Después que la mina no era inflable. Sorpresa tras sorpresa con buena pluma. Imperdible. Si hacen una colección de puros cuentos de Villalobos, allá voy y me la compro al toque (no lo conozco personalmente y es mejor así).
  • Galería de imágenes, varios autores. Bellas ilustraciones fantásticas y CF. Me llama la atención que haya dos con pajarracos prehistóricos, pero al margen de eso son buenísimas.

Así como la antología de Terror era una montaña rusa (en calidad de las historias y de cómo están escritas), la de Ciencia Ficción es más pareja (salvo pequeñas excepciones) y los cuentos chilenos de ciencia ficción se destacan más por su historia y su capacidad de asombrar que por la comparación con los otros cuentos en el mismo libro. Hay más oficio también en los cuentistas. Lo único que eché de menos, profundamente, fue la CF dura. No había nada de eso. Habría incluido algún cuentista de la SOCHIF, o algún “duro” del Grupo Poliedro, en serio, tienen más material y oficio en Ciencia Ficción que todos nosotros juntos (aunque sin la parafernalia mediática 2.0).

Ambos libros, especialmente el de CF si no le alcanza para los dos, son mis recomendados para esta Navidad. Muy recomendado. Regale imaginación, apague la tele.

Avatar de Daniel Enrique Guajardo Sánchez

By guajars

Santiago, 1977. Daniel Guajardo (aka) Dan Guajars escribe las historias y su otro yo, el tenebroso, las disfruta. Se lo puede encontrar con el nombre de Daniel Guajardo en Providence, Chile.