Wizards, varios autores

Cuando Luis Saavedra me dio la oportunidad de pedir unos libros por Amazon a su nombre, elegí este (de los tres que pedí) por dos únicas razones. Tenía el cuento de Neil Gaiman que dio origen a la novela El Libro del Cementerio, libro que me encantó y me permitió entender que se puede trabajar el terror y la oscuridad sin caer en lo macabro; y porque uno de los antologadores es Gardner Dozois, de quien leí otra antología hace algún tiempo llamada “La Nueva Space Opera” que removió los cimientos de lo que creía que era el space opera. Me voló la cabeza, así que vamos con una antología de pura fantasía.

Primero debo decir que hay de todo, desde la fantasía más clásica a la más vanguardista. Todos son cuentos (y una novela corta) bien escritos y trabajados, aunque algunos tienen detalles que les restan mérito, a mi ni tan humilde parecer.

“The Witch Headstone” es el cuento que mencionaba de Neil Gaiman. Es una historia redonda, perfecta, que no necesita mayor introducción. Ya que a medida que se avanza en la lectura se comprende el ambiente y el contexto en el que se desarrolla. Claro que haber leído la novela antes del cuento me dio cierta ventaja. Pero es un excelente cuento y entiendo que se lo eligió de los primeros por esa misma razón.

“Holly and Iron” de Garth Nix me sorprendió al mezclar la historia de Inglaterra con el mito del Rey Arturo y Robin Hood en un mismo relato. Donde aparecen dioses furiosos y manipuladores y donde la magia es algo natural de la realeza, pero también sus características están arraigadas a los poderes propios de cada linaje.

Aunque el final es predecible, la historia fluye y en realidad no importa que sepa cómo podía terminar. Porque importa más saber cómo el autor logra que todo se conjugue. Tremendo.

“Color Vision” de Mary Rosenblum es la típica historia que crece a partir de una idea que va cambiando a medida que se la escribe. El cuento funciona bien, una niña que es hija de dos mundos (pero no lo sabe) es acosada por un ser poderoso. Pero al mismo tiempo es como obvio cómo va a terminar y eso me defraudó. Porque la historia prometía y me golpeó con la solución más obvia.

“The Ruby Incomparable” de Kage Baker es otra de esas historias que crecen según se le va ocurriendo al autor. Es entretenida, bien contada y en este caso lo que parece una telenovela resumida. Va asumiendo nuevos rumbos a medida que el relato avanza y de verdad que va sorprendiendo. Incluso con ese final que no termina.

Mi impresión general de este cuento es que la protagonista es una excusa para mostrar a sus padres. El hombre más malo del mundo, casado con la mujer más buena, ambos dioses, claro.

“A Fowl Tale” de Eoin Colfer me engañó, pensé que tendría algo que ver con Artemis Fowl, pero no. Usted no se engañe. Es una historia simple y escueta. Con un grado de humor que la redime y la salva a un pelo de no quedar en la antología (supongo).

“Slipping Sideways Through Eternity” de Jane Yolen es mi primer cuento temático de fantasía judía. Así como lo oye. Aparte de explicar algunos interesantes detalles acerca del judaísmo en el siglo XXI y llevarme por un mundo donde soy un completo ignorante (siendo el mismo mundo donde habito), utiliza de manera bastante ingeniosa el viejo truco de la paradoja en el tiempo.

“The Stranger’s Hands” de Tad Williams es una historia que está al borde de ser cómica, al borde de ser inteligente, al borde de lograr que le dé una estrellita plateada… y lo logra justo al final. Magos de grandes poderes que no pueden vivir sin sus archienemigos. Esa onda.

“Naming Day” de Patricia A. McKillip es un cuento que bien podría ser el primer capítulo de una novela, y deja con una sensación de cojera. No es un mal cuento, hay que decirlo.

“Winter’s Wife” de Elizabeth Hand es el cuento más interesante del lote, lo digo en serio, porque muestra una serie de sucesos mágicos desde la perspectiva de un niño. Sucesos que podrían ser simple prestidigitación o alguna estafa basada en ilusionismos, y se relatan como verdaderos actos de magia que no sorprenden a nadie (en la historia).

Cuenta un episodio mundano, en una ciudad aburrida, y aun así se las ingenia para ser interesante hasta el final. Wow.

“A Diorama of the Infernal Regions, or The Devil’s Ninth Question” de Andy Duncan… debo admitir que no me enganchó y no lo terminé de leer. O sea, me aburrió profundamente desde el principio y ante la desesperanza mejor no seguí leyendo. Nada que hacer.

Tal vez en el pool de historias y la montaña rusa de estilos, tenía que venir un cuento penoso. No digo que sea malo, simplemente no logró que me interesara y ándate cabrito que este libro está lleno de cuentos interesantes.

“Barrens Dance” de Peter Beagle también habla de magos súper poderosos que siempre logran lo que quieren… excepto cuando lo que quieren está más allá de su poder. Diré que es interesante y hace un juego arriesgado con el narrador, que resulta ser algo que ni me imaginaba. Entretenido.

“Stone Man” de Nancy Kress es otro de esos cuentos que son interesantes por las características de la fantasía y la magia, en contraposición con una historia mundana que luego se transforma en la primera etapa del camino del héroe. En este caso está bien trabajado y el uso de ese modelo manoseado pasa inadvertido.

“The Manticore Spell” de Jeffrey Ford es de esas historias que ni fu ni fa, sin ser mala, ni fome, ni mal escrita, simplemente pasó.

“Zinder” de Tanith Lee es una historia bella, un cuento de hadas con un protagonista tan bueno que da rabia.

“Billy and the Wizard” de Terry Bisson me sorprendió y me hizo reír, porque sin ser un cuento escrito por un niño, es muy infantil y se nota que es, a propósito, al borde del surrealismo. La repetición de frases es hilarante, porque lo imaginé todito.

“The Magikkers” de Terry Dowling muestra un mundo donde la magia es un bien escaso, pero aquellos que poseen el extraño don, como un único cartucho que luego se extinguirá, pueden hacer grandes cosas. Y lo mejor/peor del cuento, es que al final nunca se sabe lo que ocurre.

“The Magic Animal” de Gene Wolfe usa la leyenda del Rey Arturo a su pinta y dibuja un mundo de magia impresionante, y una historia de amor que trasciende al tiempo. Muy buen relato, intrincado y autocontenido (lo que ocurre al final afecta a lo que ocurre al principio, a ver si me explico, todo tiene que ver con todo en una estructura no lineal).

Y

“Stonefather” de Orson Scott Card es uno de esos cuentos muy largos que querían ser novela, pero que en algún punto dejaron de ser interesantes para el autor o ya no le dio el pellejo para continuar, sabiendo que sería una pobre novela. Sé que Orson ocupa el viejo truco de escribir un cuento y, dependiendo de la aceptación de este, lo transforma en novela.

En este caso se nota que era novela (corta) y que algo le pasó, quizá su editor le quitó el piso, qué sé yo. ¡Pero la historia es muy buena! Iba lento, pero seguro, veía que se estaban acabando las hojas del libro, pero no podía admitir que algo estaba mal… Malo Orson, malo, 4/5 de introducción para presentar un personaje interesantísimo y su ambiente, y paf que me arrojas un Deus ex machina, Neo otra vez salvando a la Matrix.

¿Por qué me haces esto? Igual es un gran cuento (introductorio, supongamos) a un universo de magia particular donde el precio de la magia es algo muy difuso y al parecer no significa un verdadero costo. Y para, que el que me enseñó que la magia siempre le cuesta algo al mago, es Orson Scott Card.

Es fascinante como estos autores siguen usando lugares comunes de la literatura fantástica, pero los acomodan para que no se parezcan en nada a las historias que otros escriben usando los mismos elementos. En serio, Rey Arturo hasta en la sopa, magos con varitas, hadas y gnomos.

Pero al mismo tiempo, otros evitan esos lugares comunes y presentan un mundo muy parecido al nuestro, donde ocurren cosas justo debajo de nuestras narices. Magia por montones en un contexto que se siente más cercano.

Todas son buenas historias (aunque no puedo dar fe de esa que no leí, por aburrida). Algunas me sorprendieron o me hicieron reír y en general me entretuve un montón (menos con esa que ya dije). Y me enojé con Orson, porque estoy seguro de que este cuento no era su mejor trabajo e igual lo publicaron. Malo Orson, malo Gardner Dozois.

Como conclusiones, admitiendo que soy un lector exigente:

  1. Puedo aceptar que un cuento vaya encaminado hacia un final predecible siempre que me sorprenda en el camino y que ese final predecible no sea tan fácil para los personajes ni para la historia.
  2. Prefiero las historias que parecen cercanas, por sobre las que se ambientan en paisajes exóticos.
  3. Me matan los Deus ex machina, me repudren, echan a perder toda la historia.
  4. Alabo la magia que cuesta, detesto la magia gratuita.

Nota aparte, el antologador hace un ejercicio que pocos editores se atreven a hacer: ordenar los cuentos para crear una experiencia a partir de su propio criterio, y no alfabéticamente para que ninguno se enoje.

Y funciona como una montaña rusa, cada cuento se conecta de alguna manera sutil con el que le antecede y el que le precede, creando una sensación de continuidad donde realmente no la hay. Además, que la calidad de las historias y de la pluma de cada autor/a superan cierto estándar y ningún cuento sobra.

Avatar de Daniel Enrique Guajardo Sánchez

By guajars

Santiago, 1977. Daniel Guajardo (aka) Dan Guajars escribe las historias y su otro yo, el tenebroso, las disfruta. Se lo puede encontrar con el nombre de Daniel Guajardo en Providence, Chile.